Liderazgo desde la praxis

Breve comentario sobre el liderazgo en el siglo XIX. 

Por Hjalmar Hernández



Imagen de Gerd Altmann en Pixabay


Para hablar de liderazgo se debe tomar en cuenta las múltiples “facetas” que el término tiene como por ejemplo cuando lo asociamos a valores, acciones o al carisma mismo de las personas. De hecho existe la discusión de que si el líder se hace o nace.

Mas allá de las distintas opiniones que se tengan, el liderazgo debe ser abordado de una forma holística: tomando en cuenta los conceptos que se tengan de autoridad, poder y liderazgo. El poder según Max Weber tiene diferentes aristas unas asimétricas y otras simétricas.

Las formas asimétricas de poder son las que ejerce coerción y manipulación sobre el dominado, en cambio las simétricas son aquellas donde predomina la persuasión y la autoridad. Ojo, tanto la coerción como la manipulación y la persuasión carecen de legitimidad. 

La legitimación de la autoridad no viene dada directamente por la posición del individuo sino por los sistemas de autoridad que estén en voga. Las relaciones de poder nos brindan las funciones en que debemos ejercer el liderazgo, y también se encargan de formar un lenguaje común en la forma de coordinar nuestros comportamientos individuales en aras del bien común o de nuestra supervivencia.

Visto así liderazgo es un conjunto de acciones en función de mejorar la calidad de vida de la persona y del grupo a la cual pertenece. Pero no necesariamente la persona deba ejercer el poder a través de seguidores porque la transformación del entorno depende de las acciones que se tomen no de las formas de poder.

Es momento de la praxis de la mano con la episteme. Cada acción que se tome va a tener una consecuencia en la sociedad, se debe buscar entonces que esa impronta sea la mejor para buscar una mejora continua.


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